Bajo la dirección huésped del maestro Pedro Arpide Ordóñez, la Orquesta Típica de la Ciudad de México presentó este domingo en el Alcázar del Castillo de Chapultepec su segundo concierto de la Temporada 2017, evocando a compositores que mediante su obra logran rescatar influencias artísticas del México del siglo XIX y principios del XX.
A través del programa Escenarios Vivos en tu Ciudad, la Típica cumple uno los objetivos de la política cultural de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México de impulsar un mayor acercamiento con el público, en este caso a través de la música.
La primera pieza en hacerse escuchar fue la Danza Eslava Op. no. 8, de Antonio Dvorak, que en palabras del director Pedro Arpide Ordóñez es una obra brillante, que contiene los ritmos eslavos y que originalmente fue compuesta para pianos, con tal éxito y aceptación que se hicieron los arreglos necesarios para ser interpretada por un conjunto orquestal.
El concierto organizado continuó con el vals Carmen, que el compositor mexicano Juventino Rosas dedicara a la señora Carmen Romero Rubio de Díaz, esposa del expresidente mexicano Porfirio Díaz, pieza ideal para armonizar con un escenario como el Alcázar del Castillo de Chapultepec.
La Típica, orquesta declarada desde 2011 Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México, interpretó una a una composiciones como Qué bonita es mi tierra, de Rubén Fuentes, así como Ritmos mexicanos, de Pablo Marín —quien fuera integrante y director de la hoy Orquesta Típica de la Ciudad de México en 1925—, pieza que para el maestro Pedro Arpide Ordóñez resulta un grato descubrimiento, ya que no había tenido oportunidad de conocerla.
La maestra Guadalupe Trejo se encargó de ejecutar el solo de salterio en Czardas, de Vittorio Monti, pieza que ha tenido gran diversidad de arreglos para diferentes instrumentos. Ya muy cerca del final del concierto, Leyenda del beso, de Soutullo-Vert, Estrellita, de Manuel M. Ponce y Vals sentimental de Ricardo Castro, llenaron el lugar con el ambiente del romanticismo característico de estos compositores.
El clímax de la tarde llegó de la mano del Huapango, de José Pablo Moncayo, obra que se ha convertido prácticamente en un himno para la Típica, siendo reconocida y disfrutada por todo el público que sigue a la agrupación. La presentación concluyó con el encore de El Pastor de Los Cuates Castilla.
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