Con un homenaje en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes, miembros de la comunidad artística, familiares y amistades despidieron el martes por la tarde a José Luis Cuevas, artista plástico de la llamada Generación de la Ruptura, quien falleció el lunes 3 de julio a los 83 años de edad, y cuyas cenizas fueron presentadas en el lobby del máximo recinto cultural del país, para despedirlo.
En la primera guardia estuvo la Secretaria de Cultura federal, María Cristina García Cepeda; su homólogo de la Ciudad de México, Eduardo Vázquez Martín; la titular del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Lidia Camacho, así como la viuda del pintor, Beatriz del Carmen Bazán, y los subsecretarios federales Jorge Gutiérrez y Saúl Juárez Vega. El Secretario Vázquez Martín permaneció en la segunda guardia con las hijas del artista Ximena, Mariana y María José Cuevas.
“Esta casa, la casa de la excelencia artística, tiene capítulos inolvidables para la vida y obra de José Luis Cuevas. Su nombre estará asociado para siempre al arte, a la transformación, a la memoria, a la juventud permanente; a la ruptura y a la búsqueda”, expresó la titular de la Secretaría de Cultura federal.
Para García Cepeda, el autor de La Giganta vivió como sólo él podía hacerlo: irreverente, profundamente original, generoso y visionario: “José Luis Cuevas es sinónimo de libertad creativa, de búsqueda, de vanguardia y desde siempre referencia y acontecimiento, ingenio y hallazgo”, dijo.
Acompañó el homenaje la música de Mozart, Albinoni y Massenet a cargo del Cuarteto Ramos, integrado por músicos de la Sinfónica Nacional, la Filarmónica de la Ciudad y Concertistas de Bellas Artes. A la última despedida de Cuevas asistieron el actor Daniel Giménez Cacho, el director de cine Alfonso Arau, la actriz Marisol Gasé, el poeta Homero Aridjis, el escultor y arquitecto Fernando González Gortázar, el político Porfirio Muñoz Ledo y los poetas Víctor Manuel Mendiola y Marco Antonio Campos, entre otros miembros de la comunidad cultural y artística.
En palabras del arquitecto y escultor Fernando González Gortázar, el homenaje representa la continuidad de la obra de Cuevas en la cultura nacional. “Su obra es uno de los puntos culminantes del arte mexicano de todos los tiempos, que destruyó para siempre el absurdo de creer que un dibujo o un grabado son intrínsecamente inferiores a un cuadro, a un mural”, consideró.
Y agregó que en el trabajo del pintor, dibujante, escritor, grabador, escultor e ilustrador mexicano, creador de sus propios mitos, “hay un poderío, una fuerza, una originalidad, una libertad y, por encima de todo, un talento que fue para nosotros una bocanada de aire fresco”.
El poeta Homero Aridjis, al tomar el micrófono, enalteció su figura como artista y como personaje público, al tiempo que manifestó haber extrañado su presencia en sus últimos años, recordando a los asistentes que Cuevas participó con él en el Grupo de los Cien, organización ambientalista.
Precursor de la transición de México hacia la libertad que logró amasar la rebeldía de una generación, así recordó el político Porfirio Muñoz Ledo a Cuevas. “Desde el punto de vista estético fue uno de los grandes dibujantes de México, sin olvidar la parte contestataria de su personalidad que se expresa mediante su escultura monumental”, manifestó.
Público en general también pudo ingresar para ver la urna de madera rodeada de arreglos florales donde permanecerán los restos de quien en 1992 fuera nombrado Artista de la Ciudad por el Gobierno capitalino, ocasión en que el Museo José Luis Cuevas también abrió sus puertas. |